Técnica tan antigua como el mundo, donde todas las generaciones la han practicado y han elaborado grandes obras.
Durante cientos de años, las quilters aprovechaban las telas que tenían a mano, se cuidaban y se guardaban en sus cestos de telas, muchos de esos retales llegarían a ocupar un sitio en un quilt.
El patchwork, la aplicación y el acolchado son tres tipos de labores tan relacionados entre sí que pueden incluso emplearse todo en un conjunto.
Su utilización se debió seguramente más a la necesidad que a los ornamentos ya que tendría que pasar mucho tiempo para que se empezasen a utilizar con otros fines.
Sus primeros orígenes se comienzan a ver en el siglo IX a. de C. en momias de animales donde utilizando la técnica que llamamos log cabin se aprecia como utilizaban ya los tintes en sus algodones para momificar y hacer incluso diseños.
Una funda para montar con aplicaciones de fieltro del siglo V o IV a. de C. encontradas en Siberia y una alfombra acolchada junto al mar negro del I a. de.C. Son los hallazgos más antiguos que conocemos.
El patchwork se confecciona a través de trozos de telas unidos para formar una sola pieza. En un principio se trabajo con objeto de aprovechar restos de tan materiales escasos y así poder obtener labores confeccionadas a mano.
En las velas del Nilo podemos ver en unas pinturas murales de Tebas como los primitivos utilizaban estas técnicas.
La labor de aplicación, consistía en la costura de una pieza sobre una tela de fondo, fueron ideadas para remediar posibles daños cubriéndolos con estos parches. Poco a poco estos fueron ganando valor ornamental.
La aplicación, igual que el caso del patchwork, se empleaba en la confección de las telas de las naves egipcias, quizás a modo de identificación.
El acolchado que era unir dos capas de tela con un relleno mullido entre medias, se introdujo como un recurso para protección contra el frio.
Los tres tipos de labores se desarrollaron durante varios siglos por el norte de África, Turquistan, Persia, Siria, La India y China pero fue hasta el siglo XI cuando se comenzó a trabajar en Europa con fines decorativos.
Los Cruzados trajeron el patchwork y la aplicación desde Palestina donde quedaron fascinados por la belleza y colorido de las formas y figuras de sus estandartes y las riquezas de las aplicaciones de fieltros de las tiendas de los vencidos sarracenos. Ambas labores fueron desarrolladas en Europa a partir de entonces, para confección de Estandartes, banderas, tapices, ropa de cama y prendas eclesiásticas.
Desde esa época hasta la actualidad, la aplicación está considerada como la técnica de costura más idónea para representar composiciones pictóricas.
El acolchado viene utilizándose desde mucho antes. Los romanos la utilizaban en cojines, colchones y colchas.
Desde el siglo XI los soldados iban protegidos por prendas de este tipo, e incluso en el siglo XIX, los primeros soldados americanos las llevaban como protección contra las flechas en las batallas con los indios.
En el siglo XIII, se desarrolla en Italia la variedad decorativa acolchado, que se llamo acolchado almohadillado o acolchado trapunto aunque esta técnica ya se utilizaba en la India y Turquistan fue en Italia cuando cogió más protagonismo.
Esta forma se realizaba con dos capas de telas únicas y se perfilaban con una bastilla. Una de las muestra es un edredón siciliano que representa episodios de la juventud de Tristán. También tuvo repercusión otro tipo de acolchado el llamado acordonado o italiano que se utilizaba sobre unos linos blancos con hilo de color amarillo y cordones diferentes colores.
Esta misma técnica pero trabajando solo el hilo blanco pudo ser vista en algunas ciudades castellanas como puede ser en Toledo, a partir del siglo XVI.
En los siglos XV y XVI la aplicación se utilizaba con frecuencia para el hogar por considerarse una técnica rápida y sencilla. A menudo se trabajaba sobre fondos de terciopelos o cueros perfilados en ocasiones con hilos de oro en realce.
Otro estilo fue el llamado broderie perse, que consistía en coser a punto de festón formas recortadas de telas estampadas de algodón. Por esa misma época en la India se empleaba esta técnica en los chales de Cachemir.
El acolchado tuvo de nuevo su auge en el siglo XVII en esta época comenzó a utilizarse en prendas como trajes, jubones, calzones y enaguas. Esta moda siguió hasta el siglo XVIII donde comenzó su declive, aunque las enaguas acolchadas se mantuvieron en las comunidades rurales hasta el siglo XIX.
Esta técnica de acolchados continuó su desarrollo a principios del siglo XVIII con nuevas técnicas de estampación por parte de las industrias textiles. Fue entonces cuando la fantasía de estos nuevos tejidos hizo que se comenzaran a utilizar en colchas.
En el siglo XIX se produjo en Europa la decadencia de este nuevo estilo con el nacimiento de la industria de fabricación de mantas. Desde entonces y hasta hace poco, el patchwork, el acolchado y la aplicación han gozado de escasa popularidad en Europa, a excepción de una breve presencia de la combinación de las dos primeras acaecidas a mediados del siglo XIX. Este tipo de labor consistía en unir dos telas, rellenarlas y acolcharlas.
Sin embargo, el acolchado, el patchwork y la aplicación continuarían su desarrollo y alcanzaría las cotas más altas de perfección en otra parte del mundo entre 1775 y 1885.
Las técnicas llevadas por los colonos holandeses e ingleses florecieron en América hasta el punto de considerarse como la forma más famosa de este arte popular.
No resulta difícil pensar el porqué de este éxito, ya en esos tiempos fueron duros para aquellos pioneros para encontrar enseres y sobre todo porque este arte popular les servía para paliar sus necesidades y además les entretenían ya que estas actividades se desarrollaban en reuniones sociales.
Estas obras se desarrollaban sin diseños con escasas telas de fantasías y casi siempre en regiones salvajes inexploradas y a tiro de flecha de los indio. Más tarde se crearon diseños como los llamados edificación del granjero, estrella de Belén, Rosa de Sharon, Cabaña de Tronco y muchísimos más.
Estos diseños se llevaban en prácticas en casos especiales: edredones nupciales, labores colectivas para regalar a algún amigo y las colchas llamadas de “libertad” que se ofrecían a los varones con ocasión de su mayoría de edad.
La llegada del siglo XX puso fin a las carencias del pasado, los materiales de todo tipo pasaron a ser asequibles a todo el mundo, se disponían de maquinas.
Todos los trabajos manuales cedieron sus puestos a artículos de fabricación industrial. Esto se mantuvo hasta mediados de este siglo en que de nuevo muchas personas han sentido la necesidad de volver a realizar cosas con sus manos.
En la actualidad ,el acolchado, el patchwork y la aplicación tiene cada día mayor demanda pues se está convirtiendo en reuniones de amigas , en exposiciones , concentraciones y encuentros donde rebosa la solidaridad de todas que unidas se aconsejan , se ayudan y sobre todo rebosa la solidaridad y encuentran en este arte una escapatoria de la vida tan estresante y caótica en
muchos casos.
El patchwork se ha convertido para muchas quilter su terapia personal y en el encuentran nuevas amistades donde no solo comparten afición sino también sub-mundos nuevos así como recetas culinarias y como no la tan unida a este hobby como puede ser la repostería.
Porqué ¿quien no se ha reunido con un grupo de amigas en algún taller especializado, alguna tienda o casa particular y se rotan en llevar dulces caseros?
El patchwork ha evolucionado tanto que ya son verdaderas joyas cuyo valor económico en muchísimos casos es incalculable.
Si te gusta este mundo te invito a que pertenezcas a esta gran familia que es la asociación de patchwork The World of Quilter donde repasaremos tanto técnicas antiguas como las últimas tendencias.